-Mira Todd, no me interesa que sepas cosas que yo no.- Dijo claramente Jonás. -Así que si no me vas a decir de qué te enteraste mejor callate el hocico y deja de molestar.- Jonás no era un chico muy inteligente, incluso era un poco torpe. Así que el pequeño Todd, mostrando su inhabilidad como conspirador, le contó todo de inmediato. Jonás, mostrandose poco sorprendido y ligeramente molesto no quiso dar su opinión, la cual Todd ya no quería pues había fijado sus pensamientos en algo nuevo. Una gran moneda había aterrizado exactamente en medio de la calle, tan vieja que ya no valía ni un dulce pero tan brillante como si hubiese sido recién acuñada.
Todd recogió la moneda del suelo, la observó y corrió hacia Jonás gritando "Te lo dije. ¡Te lo dije!". Jonás le arrebató la moneda, la analizó, se quedó mudo unos segundos y le ordenó a Todd, ahora con genuino interés, que le contase la historia de nuevo y con lujo de detalle. Así hizo Todd. Para cuando terminó de maravillar a Jonás con toda esa grandiosa historia, sintió que se erosionaba su valor y olvidó su pequeña misión, había perdido el interés…